Historia

La presencia de los Salesianos, a finales del siglo XIX, sobre los regatos que venían del Paseo del Prado, al lado de los lavaderos de la ciudad, permitió que su labor educativa y evangelizadora con los niños y jóvenes, fuera el fermento espiritual que se asentó en muchos hogares de Atocha.

Ésta fue una de las razones para que el 29 de mayo de 1966 se firmara el contrato entre el Arzobispo de Madrid-Alcalá (Monseñor Casimiro Morcillo) y la Congragación Salesiana para construir la Parroquia de María Auxiliadora, comenzando sus labores pastorales como priera sede en lo que hoy es la cripta del templo.

La nueva iglesia empezó a edificarse hacia los años sesenta por el arquitecto Enrique Huidobro y fue terminada en el año 1972 por el hijo de éste, Javier Huidobro.

El templo fue inagurado el día 23 de mayo de 1973 por Monseñor Vicente Enrique y Tarancón.

Santuario

Para los Salesianos la "devoción a María Auxiliadora" es un legado espiritual que Don Bosco les ha dejado para difundirlo por todo el mundo, y junto el amor a Jesús en la Eucaristía siguen siendo los dos pilares sobre los cuales pivota la Familia Salesiana en su misión evangelizadora y educativa.

D. Egidio Viganó, fue, últimamente, el gran impulsor de dicha devoción, convencido de que su relanzamiento renovaría a toda la Familia Salesiana de Don Bosco. Así promovió la implantación de "una sede en el principal templo mariano de cada Inspectoría del mundo".



La capilla está dedicada a los 42 beatos mártires salesianos de la Inspectoría de Madrid que fueron beatificados el 28 de octubre de 2008, junto a otros 446 sacerdotes, religiosos y laicos muertos por odio a la fe. Sólo se conservan restos de 11 de ellos, pues, como explican los responsables de la orden, «otros están enterrados en fosas comunes, y no han sido exhumados, mientras que de otros no se conoce dónde fueron sepultados».

«Ni la muerte ni la vida podrá apartarnos del amor a Cristo», puede leerse en una de las paredes del recinto. Según el provincial salesiano de Madrid, Luis Manuel Moral, el de ayer supuso «un acontecimiento festivo y de profundo significado», puesto que se trataba de rendir homenaje a todos aquellos siervos de Don Bosco que padecieron martirio hasta la muerte por causa del odio a la religión.

Virgen del Altar: Preside nuestra celebraciones desde lo alto del retablo mayor, compuesta por un gran muro de madera de celdillas, una estatua de María Auxiliadora, de 2'60 metros de alta, de 1973, en madera de haya, obra del escultor Santiago de Santiago, de quien es también la magnífica talle de Cristo en la Cruz.

La Virgen responde al estilo de María Auxiliadora con el niño en brazos que juguetea con el bucle del pelo de su madre y el cetro en la mano, pero en versión modernizada, descalza con sandalias y juvenil, suspendida en el centro del retablo, toda ella aureoleada de formas y rayos de hierro, algunos con vidrios de colores, semejando un halo luminoso, obra de Adolfo Atienza, en 1982.

La Virgen mira al público con bondad y simparía como Auxilio de los Cristianos y ofrece a su hijo Jesús, salvador del mundo.

Virgen de la calle: Preside la entrada del Santuario en lo alto sobre una terraza balcón, al aire libre, esta escultura pétrea de María Auxiliadora, de un factura fesca y elegante, de rostro amable y dulce, que con el Niño en brazos dirige su mirada bondadosa, desde lo alto, a cuantos cruzan la plataforma de entrada al templo.

Durante la Guerra Civil fue acribillada e intentaron en vano derribarla, pero no lograron moverla de su sitio, y permanecio allí hasta los años 50.

La estatua, de autor desconocido, que campeaba en la hornacina que culminaba en la fachada principal del antiguo templo de María Auxiliadora y que daba a la Ronda de Atocha, hoy lo hace, luminosa y protectora, desde lo alta de la entra al templo. Restaurada en 2005, ha adquirido su verdadero valor en los detalles de manos, vestidos y corona, realzando su expresión de dulzura maternal.

Virgen chica: Estatua en talla de madera de pino plicromada, obra de Talleres ANRO (José Andrés Antúnez y Marianao González Romo (antiguo alumno de la Paloma), 1989. La preciosa estatua de los artistas asociados de Vallecas está inspirada en la talla de la Trinidad de Sevilla, realizada a su vez en los talleres de Sarriá.

Los artistas gozan de merecida fama, ya que ha dotado a muchos centrso salesianos de la correspondiente iconografía religiosa: Estrecho, Paseo de Extremadura, Alcalá, Fuenlabrada, Soto del Real. (Vírgenes, Cristos y un D. Bosco).

La Virgen mantiene un tipo muy femenino, juvenil, de rasgos suaves y delicados que la hacen muy entrañable cuando, al caer el sol de la tarde, las luces de la carroza, por las calles del recorrido, la iluminan el rostro que luce candor y simpatía.

Virgen que se venera: Esta estatua de María Auxiliadora, situada a los pies de la iglesia, a la izquierda, fue bendecida el 30 de septiembre de 1941 por el obispo de Madrid-Alcalá D. Leopoldo Eijo y Garay. De 2'50 metros, la imagen fue obra de los profesores y alumnos de la Escuela Salesiana de ebanistería-talla de Sarríá-Barcelona, en 1940.

Restaurada en 1977, ha recuperado las policromías y dorados originales, y adopta el estilo y pensamiento que quiso Don Bosco: des un pesdetal columnario, la Virgen dirige su mirada de madre sobre los fieles, y tiene corona y cetro, como Reina de los Ángeles y de los cielos, y el Niño con sus brazos abiertos en señal de acogida misericordiosa, como Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los cristianos.

El proyecto del conjunto, estatua, retablo de cristal y mueble-reclinatorio en madera de pino fue concebido y dirigido por el arquitecto D. Javier del Amo Egaña y fue realizado por distintos artistas de Madrid.

Además de las estatuas antes reseñadas, la iglesia cuenta con otras imágenes de bella factura:

• San Juan Bosco
• Santo Domingo Savio
• San José
• San Antonio
• Sagrado Corazón de Jesús
• Estaciones del Via Crucis
  

Apenas entramos en el Santuario nos atrae su espeldor y el efecto caleidoscopio que produce en la penumbra del recinto sacro las vidrieras. Las vidrieras son como la polifonía de luz, que al filtrarse por sus cristales polícromos se multiplica en su interior en un abanico de colores. Son las ventanas de Dios que iluminan la oscuridad de nuestra fe, un reflejo de la Jerusalen celestial. Nos invitan al silencio, al recogimiento, al diálogo en la intimidad con Quien sabemos que está allí.

Todo el conjunto de las 18 vidrieras son de hormigón traslúcido y es obra de los talleres ATIENZA, de Madrid, y fueron colocadas en 1972